UNO DE LOS MEJORES

Patriota por naturaleza, nos fortaleces con tu Coraje y Valentia, el Orgullo de tu Honor y el legado de tu hombria de Bien......por SIEMPRE.

" Soy simplemente un rustico y Humilde Soldado de Infanteria"
HORACIO LOSITO

miércoles, 4 de junio de 2014

domingo, 13 de mayo de 2012

A 30 AÑOS DE LA GUERRA DE MALVINAS, CARTA DEL ¨VGM¨ CNL(r) HORACIO LOSITO.

A 30 AÑOS DE LA GUERRA DE MALVINAS, CARTA DEL ¨VGM¨ CNL(r) HORACIO LOSITO.

¨Hoy se cumplen 30 años de la heroica y memorable gesta de MALVINAS, que dejó gravada para siempre los 74 días de efectiva soberanía argentina ejercidos entre el 2 de Abril y el 14 de Junio de 1982, y los nombres del Capitán GIACCHINO, soldado CARRASCUL, teniente ESPINOSA, Sargento Cisneros, Crucero GENERAL BELGRANO, Aviso SOBRAL, de miles de argentinos que lucharon como los héroes de nuestra Independencia, por defender el reconquistado territorio patrio. Nombre de lugares que fueron inscriptos en la historia de una de las más grandes potencias de la Tierra: DARWING, GOOSE GREEN, SAN CARLOS, MONTE LONGDON, TOPMALO HOUSE, MONTE TUMBLEDOWN, MONTE HARRIET, BAHÍA AGRADABLE…nombre de los que los argentinos ya nos olvidamos o de los que renegamos como hijos desagradecidos de esta tierra, como traidores a tanta juventud que dio lo mejor de sí durante 74 días, pero especialmente a los que dejaron sus vidas en la turba, el mar y el cielo de nuestras islas.
Olvidar a nuestros muertos sería traicionar tanta sangre derramada con amor y patriotismo, pero olvidar a los que regresaron con sus heridas distintivas en sus cuerpos y en sus almas, sería traicionar nuestra historia, que podría agradar o no, pero nunca se la puede negar. De nada valen las palabras, los recuerdos, los homenajes, si ellos son vanas exteriorizaciones huecas de contenido, y si no van acompañadas de hechos efectivos que guarden coherencia con lo declamado. No es con lamentaciones que reconquistaremos las islas. Si lo hacemos, será imitando el patriotismo y desinterés de nuestros Héroes. Siendo héroes todos los días, que es lo más difícil.
Las ISLAS MALVINAS serán el patrón de medida de la voluntad NACIONAL. Volverán a nuestro inventario soberano, el día que tengamos una Nación unida para el logro de los objetivos trascendentes, orgullosa de su pasado y firme en el camino hacia su destino de grandeza. Se las perderá para siempre si seguimos en esa permanente dialéctica de confrontación que nos lleva a enfrentarnos todavía hoy por SAAVEDRA o MORENO -LAVALLE o DORREGO-ROSAS o SARMIENTO…y así hasta nuestros días. Si continuamos embriagados en las luchas intestinas, estériles retardatarias, disputando por intereses mezquinos.
 Se perderán para siempre, como se perdieron las islas del BEAGLE, en aras de un pacifismo utópico y suicida, frente a naciones que saben lo que quieren y que no vacilarán en emplear los métodos que sean necesario para lograrlo, si en frente tienen a un país débil e indefenso que no cree en su derecho a defender su existencia bajo el sol. COMPATRIOTAS Ya no serán las ISLAS MALVINAS, sino el país todo será botín de los que se tomen la molestia de acercarse a recoger los pedazos que nosotros mismos habremos dejado de él. Es que vamos a aceptar mansamente esa posibilidad?...No, descartémosla desde hoy y hagamos cada día algo más para alejarla.
La Paria es el pasado, con sus héroes ya en el bronce, y con aquellos que hoy comparten nuestro tiempo con sus heridas en el cuerpo y alma…Pero la Patria es, y eso entiéndase bien, ante todo, un destino común, un proyecto de futuro en función de los objetivos permanentes de la Nacionalidad. Y ese es el desafío que hoy enfrentamos. Asumirlo exigirá todo de nosotros.
Lo mejor de cada uno para la grandeza de la Patria y el bienestar de su pueblo. Volver a caminara por las calles de PUERTO ARGENTINO, llevar una flor a nuestros muertos en el cementerio de DARWING, izar cada mañana la bandera celeste y blanca en el mástil de la casa del Gobernador…, no es una fantasía, ni una utopía,..todo eso solo depende de nosotros.!!!

 ¨SEGUIRAN LAS MIL BANDERAS DEL MAR, AZULES Y BLANCAS. PERO QUEREMOS VER UNA SOBRE TUS PIEDRAS CLAVADAS. PARA LLENARTE DE CRIOLLOS. PARA CURTIRTE LA CARA, HASTA QUE LOGRES EL GESTO, TRADICIONAL DE LA PATRIA!!!!.
(Atahualpa Yupanqui)
VIVA LA PATRIA!!! VIVA LA GESTA DE MALVINAS!!!

 CNL(r) ¨VGM¨ HORACIO LOSITO.¨

sábado, 3 de abril de 2010

MENSAJE DE UN HEROE DE MALVINAS, 2 DE ABRIL

Hace 28 años comenzaba una memorable Gesta Histórica.

Memorable por ser digna de guardar en la memoria, y gesta histórica por sus innumerables hazañas heroicas, individuales y de conjunto.

Pero también ese 2 de Abril y por 74 días, el pueblo argentino se sintió Nación orientados e impulsados todos por un objetivo supremo en común, dejando de lado las profundas diferencias ideológicas, sin distinción de raza, credo, religión o condición social, como nunca había ocurrido en el Siglo XX y en lo que va de este.

Dediquemos un momento del día para orar por nuestros muertos y mutilados, y por los combatientes que regresaron debiendo soportar muchos años de indiferencia política y social.

Quiera Dios que encontremos el camino para volver a sentirnos orgullosos de ser Argentinos, respetando la individualidad del otro pero tomados de la mano en búsqueda de la Grandeza Nacional

¡VIVA LA PATRIA! ¡VIVA LA GESTA DE MALVINAS!


Prisión Federal de Campo de Mayo, 2 de Abril de 2010.
Coronel “VGM”(R) Horacio Losito.

A NUESTROS HEROES DE MALVINAS

RECUPERAMOS LAS MALVINAS ¡!!!!!!...fueron las palabras que mi Padre en un estado de euforia pronunció aquel 2 de abril de 1982 con suma emoción, tal vez sin plena conciencia de lo que implicaría en su vida y en la de muchos otros aquella Gesta.

Se dice que los últimos en desear la Guerra son los militares porque comprenden a lo que deberán enfrentarse, aun así prima en ellos aquel juramento que alguna vez hicieron,” DEFENDER LA BANDERA AL PUNTO EXTREMO DE PERDER SUS VIDAS POR ELLA”.

Se cumplen 28 años, y es un común denominador en los debates analizar lo que debió haberse hecho o no, prevalece las miserias humanas propias de una guerra y las culpas; que forma parte de la periferia de aquella epopeya, pero en sí, no es el todo, ni lo más importante. El Valor, el Orgullo, las Actuaciones Heroicas, la Camaradería, y la Esencia patriótica que envolvía a cada Hombre que peleo en las islas, debería ser el foco central de enaltecer.

Seguramente para muchos Malvinas solo sea considerada desde el Error histórico, por las increíbles desventajas con las que corría Argentina al enfrentarse a una potencia, pero ello no justifica el OLVIDO de sus protagonistas, nuestros HEROES muertos y los que aún permanecen entre nosotros en el anonimato, humillándolos con la indiferencia del abandono, sin el reconocimiento que merece el respeto del agradecimiento eterno.

El día que se dignifique como corresponde a Todos nuestros Combatientes, será señal de que estamos progresando, y quizá por otros medios el sueño de los argentinos se concrete y la frase de mi padre pueda llegar a ser una realidad.

HOY ES UN DIA EN EL QUE NUESTROS SOLDADOS HICIERON PATRIA, MAS ALLA DE LOS RESULTADOS, LA GLORIA COMO LA VICTORIA LES PERTENECE.
GRACIAS POR LA ENTREGA Y EL SACRIFICIO, QUE NO FUE EN VANO.

M. VALERIA LOSITO.

martes, 22 de septiembre de 2009

Respuesta de mi Padre al Dr. Rick Jolly

Estimado amigo:
Con enorme sorpresa, el 10 de diciembre último, recibí su carta del 19 de noviembre, donde me adjudica altas calificaciones en lo personal y profesional.Sus términos me llenaron de orgullo y emoción; más viniendo de un hombre de sus enormes cualidades humanas que ha sido trascendente en mi vida y en la de muchos soldados argentinos.Simplemente, soy un ciudadano argentino que eligió la carrera de las armas para servir a su Patria de la mejor manera posible y trató de formar una familia basada en el amor a Dios y al prójimo, que jamás hubiera imaginado recibir un reconocimiento tan alto, singular y valiente como el suyo. Sus detallados recuerdos de lo vivido en Ajax Bay y el claro y consistente relato de algunos episodios puntuales me remontaron, conmovido, a aquellos días.Al igual que muchos de mis camaradas, he aprendido mucho en la guerra, tanto en la faz táctica militar como en la humana. La lucha permite que uno se vea a sí mismo y a los demás en una dimensión que no existe en la paz. En mi caso, su figura ocupa un lugar destacado y pocos días antes de recibir su carta había estado relatando “la continuidad de mi vida” (en la que usted fue relevante), a partir de mis heridas y de otros episodios en el combate de Top Malo House.Fortuitamente, su carta ha trascendido a otras personas, con alto impacto emocional. Las personas que la han leído ponderan su gesto y, esperando sirva de elogio, debo decirle que ha venido a exaltar la calidad, entereza y valor del soldado inglés en su persona.Es curioso, parece contradictorio, pero haber peleado con hombres como usted ha sido, quizás, lo más importante que en lo profesional me ha ocurrido.Su información con respecto a mi situación actual es correcta: me encuentro detenido a disposición de la justicia federal, en el marco de la revisión que el actual gobierno de mi país encaró por la participación que cupo a las Fuerzas Armadas en la guerra contra el terrorismo, que se desarrolló en todo el territorio nacional en la década de 1970. De más está decirle que, como teniente, en esa época, estaba encuadrado en una organización donde ocupaba, por mi jerarquía, la base de la pirámide e intentaba cumplir las órdenes que me impartían de la manera más eficiente posible, sin evaluar los riesgos que se corrían sino con un profundo convencimiento de que cumplía con el sagrado deber militar de dar la vida por la Patria, si era necesario.Hoy, como coronel, mis responsabilidades y mi óptica sobre determinados asuntos son distintos, por los años, la guerra y la experiencia; no así mis principios y valores, que se mantienen intactos.Soy plenamente consciente de que el respeto a la Constitución nacional y a los poderes que de ella emergen son fundamentales para consolidar la democracia que tanto nos costó conseguir y, por lo tanto, me someto a lo que la justicia disponga, para ser investigado y para aclarar lo que sea necesario.Más allá de aclararle mi situación, que es un tema circunstancial, quería resaltar que para mí y, especialmente, para mi familia y amigos, fue muy estimulante y alentadora su más que oportuna carta. Junto a la solidaridad de ellos, su carta ha sido la compensación y el aliento más grande que he recibido.No se imagina usted cuánto me ha animado; todo es poca cosa, al lado de un honor tan grande como el que me dieron sus palabras.Usted habla de que fuimos enemigos; es cierto; pero hoy lo considero un amigo en el cabal sentido del término, por lo que compartimos en la guerra y por sus gestos. Esta señal suya me ha conmovido profundamente y lo sigue haciendo.Su actitud muestra a las claras que usted es un hombre de honor, con un claro sentido de las cuestiones esenciales; se dirige a mí como “uno de mis pacientes”, y destaca una clara y envidiable valentía por exponer sus pensamientos con meridiana claridad, sin importarle de qué se me acusa sino priorizando los valores que usted me adjudica como hombre y soldado.Como soldado argentino, jamás podré olvidar lo que usted y su equipo médico hicieron por los heridos argentinos, cuando, sin importar la nacionalidad y la condición de prisioneros de guerra, dieron prioridad a la gravedad de las heridas y no al origen del paciente, para dar los turnos de atención, entremezclándose en los quirófanos indistintamente soldados británicos y argentinos, siendo todos atendidos con el mismo esmero y calidad profesional. Finalmente, querido amigo, vuelvo a agradecerle su valentía, su entereza y su calidez. Ha hecho, en esencia, lo mismo que hizo conmigo y otros soldados en 1982: me ha dado un nuevo aliento para sostenerme y seguir adelante.Permítame que, desde mi profunda vocación católica, eleve una plegaria al Altísimo por usted y su familia, para que los proteja y les dé la felicidad que se merecen. Que Dios lo bendiga.
Un fuerte abrazo, su amigo argentino Horacio Losito.
Coronel “Veterano de Guerra de Malvinas” Ejército Argentino.

martes, 7 de abril de 2009

"COMBATE TOP MALO HOUSE" ( Malvinas )








LA LLEGADA Y LOS PREPARATIVOS

En 1999, quien fuera el segundo al mando en la 1ra Sección de Asalto, el hoy coronel Horacio Losito, narró en el libro “Así Peleamos Malvinas, Testimonios de Veteranos del Ejército”, el episodio que a sangre y fuego, quedó grabado en la historia malvinera y en la vida de los integrantes de esa Sección. De la misma forma lo relata el historiador militar, Dr. Isidoro Ruiz Moreno, en su obraComandos en Acción”.




“Todo comenzó en la noche del viernes 28, cuando el capitán José Vercesi, jefe de la 1ra sección, recibió la orden de ejecutar una exploración de 40 kilómetros, para informar sobre las actividades de los británicos que habían desembarcado el 21 de mayo, y de los cuales se sabía poco y nada. La realidad nos golpeó bruscamente cuando el mayor Mario Castagneto, jefe de la Compañía 601, a las pocas horas de arribar a las islas, nos impuso acerca de la situación. Nada iba a ser fácil. Con un panorama contradictorio y confuso comenzamos a planificar la misión. Con un particular cansancio, producto de las tensiones vividas en los últimos días y con falta de sueño, los hombres de la 1ra Sección, reforzados con suboficiales apuntadores de misiles Blow-Pipe, un enfermero y el sargento 1ro Helguero de la Compañía de Comandos 601, nos alistamos para la salida. Partimos a poco de amanecer en dos helicópteros ‘peinando’ las formas del terreno para evitar radares y armas, y tratando de familiarizarnos con el recorrido, en prevención de tener que volver a pie. Desembarcamos a pocos kilómetros del monte Simons, un cerro de gran altura. No nos imaginábamos que a escasos metros estaba el campamento del enemigo, situado en Teal Inlet Settlement, cuyo jefe era el brigadier Julian Thompson. Cuando se alejaron los helicópteros una extraña sensación nos envolvió. Un silencio tajante contrastaba con el ruido ensordecedor de los motores. Estábamos en tierra de nadie, a mitad de camino entre la cabeza de playa de los británicos y nuestras posiciones, lejos de cualquier ayuda, confiando solamente en la propia capacidad y creyendo ciegamente en el camarada”, contó Losito.
“Luego de una marcha forzada, llegamos a proximidades de la cima del monte, lugar desde el cual se podía observar con mayor precisión y distancia. A las pocas horas, divisamos un corredor aéreo de helicópteros enemigos que transportaba externamente cañones y bultos en grandes cantidades. Volaban en la dirección general la línea San Carlos - Puerto Argentino. Intentamos informar lo que veíamos, aplicando todos los conocimientos de comunicaciones a nuestro alcance, sin éxito. La interferencia era enorme y no queríamos mantener prendido el equipo durante mucho tiempo para evitar ser detectados. Sin embargo, en uno de los intentos logramos escuchar los partes que trasmitían las otras Secciones de las Compañías; de esta manera, conocimos los resultados del combate en Monte Kent, donde la otra sección de la 602 se enfrentaba con el escuadrón "D" del SAS y con los hombres del Comando 42 inglés. El saldo fue negativo. Murieron lamentablemente, el teniente 1ro Rubén Márquez, el sargento 1ro Oscar Blas, y el sargento 1ro Raimundo Viltes recibió heridas, que le produjeron la amputación del pie derecho. El 30 de mayo de 1982 amaneció frío pero soleado. A media mañana, el capitán resolvió desplazarse hacia Fitz Roy, a unos 20 kilómetros del lugar. El objetivo era conectarse con una sección de Ingenieros y desde allí poder trasmitir los informes. Comenzamos la marcha sobrecargados, porque también transportábamos armamento y munición de un depósito que había instalado la Compañía de Comandos 601. El desplazamiento sobre la turba se hizo muy dificultoso y agobiante”, describió el oficial.
Ante la posibilidad de pasar mojados otra noche gélida, decidieron hacer un alto en un sitio que el mapa describía como una elevación, pero estaba del otro lado del arroyo Malo. Era una cabaña de ovejeros, aparentemente abandonada. Su nombre: Top Malo House. "Luego de cruzar el arroyo de agua helada y torrentosa, donde algunos cayeron al resbalar en el verdín de las piedras del lecho, abordamos la casa con técnicas apropiadas para el caso, en previsión de que estuviera ocupada por el enemigo. La sección se dividió en dos grupos: uno ocupó el piso superior y el otro, la planta baja. Sabíamos que el estar dentro de la casa no ofrecía seguridad, pero existía una real necesidad de recuperarnos y secar el equipo para poder enfrentar con éxito las futuras exigencias. La decisión que se adoptó ante el dilema planteado, la pagaríamos con sangre horas más tarde..."








EL COMBATE
Se despertaron muy temprano, cuando aún estaba oscuro. No sentían frío después de dormir secos y haberse recuperado físicamente; mientras desayunaban con chocolate caliente y galletitas, comentaban lo que hubieran sufrido de haber permanecido en Monte Simons. Concluido el desayuno, todos comenzaron a alistar sus equipos, ya con buen ánimo para soportar otra jornada de marcha. Eran las ocho y empezaba a clarear. En ese momento oyeron ruidos de aspas de helicóptero. Algunos especularon en un rescate anticipado: no estaban muy lejos de la capital, era el día señalado para ser recuperados, y la zona era la probable.
No era creíble que se tratara de un aparato británico; pero alguien acotó que los argentinos no volaban sin luz. Pasó cerca, a unos cuatrocientos metros, y el sargento primero Pedroso observó: “Me pareció ver que no tiene la franja amarilla. A causa de la bruma se distinguía poco, ni aun recurriendo a los visores nocturnos, y sólo se oían los motores que al rato cesaron.” Reinaba incertidumbre, pero se aceleraron los preparativos para abandonar el edificio. El capitán Vercesi, ya con su correaje colocado aunque sin la mochila puesta, se hallaba en la cocina, y echando rodilla en tierra, intentó comunicarse por radio.
En la planta alta, el teniente Espinosa recorría el horizonte con la mira telescópica de su fusil. De pronto exclamó: “¡me parece que hay gente que viene avanzando! Helguero, respondió ¡No, mi teniente!, deben ser ovejas, que hay muchas por acá.” Un lúgubre presentimiento invadió a Vercesi. A su lado se hallaba el Sargento primero Mateo Sbert, aquel al que mucho apreciaba por haber compartido destinos anteriores y en quien había descubierto algo mucho más importante que un subordinado eficiente. Ante la extrañeza de éste, le tendió la mano, se la estrechó y reteniéndosela un segundo, le dijo con profundo afecto “¡Suerte, Turco!”. Elementos del M. & A. W Cadre (Cuadro de guerra para la Montaña y el Ártico) habían descendido de un helicóptero a unos mil metros de la posición argentina. Los mandaba el capitán Boswell quien puso a los siete hombres de su grupo de apoyo, comandado por el teniente Murray a ciento cincuenta metros de la casa, mientras con los doce del grupo de asalto la contorneó hacia el sudeste, protegido por una elevación.
Entendiendo que se trataba de tropas especiales argentinas, daba por hecho que tendrían centinelas afuera. Era consciente que por donde se movían, el terreno estaba dominado por una ventana del piso superior. Cuando Boswell consideró que estaba suficientemente cerca de la casa y a la vista de su grupo de apoyo, dio orden de armar las bayonetas, aunque seguía sin dar crédito a la posibilidad de que hubiera personal enemigo justo dentro de una casa… Ante el anuncio de Espinosa del avance de hombres no identificados, el sargento primero Castillo subió la escalera.
Efectivamente distinguió bultos, pero sin precisar su naturaleza, pese a que ya se había levantado el sol y la claridad permitía distinguir mejor el campo. De pronto, un haz de luz se reflejó sobre una de las presuntas ovejas: un soldado británico, inadvertidamente, había hecho espejar el sol de su anteojo de campaña con el cual observaba mejor la casa.
“¡Ingleses! ¡Ahí vienen!” resonaron los gritos dentro de la casa. Automáticamente el teniente primero Gatti, como radiooperador, sacó sus claves e instrucciones del bolsillo y las quemó. Todos se pusieron en movimiento para salir; Castillo gritó a Espinosa, mientras se abalanzaba hacia la escalera: -¡Vamos mi teniente! Este le replicó: ¡No, yo me quedo! ¡Desde acá tengo mejor campo de tiro!



En el mismo instante en que abría el fuego, la casa tembló por la explosión de un proyectil antitanque Carl Gustav. Comenzaron los disparos de ambas partes. Los ingleses se incorporaron y avanzaron corriendo; varios de ellos utilizaban lanzacohetes descartables Law de 66 Mm y fusiles lanzagranadas M-79 de 40 Mm. Vibraba la estructura de la casa por los impactos sobre sus chapas exteriores, y cantidades de balas atravesaban las endebles paredes de madera. Los comandos argentinos no vacilaron en abandonar el edificio para combatir mejor desde el exterior.






El capitán Vercesi logró llegar corriendo hasta un alambrado colocado antes del arroyo, y allí, con enorme presencia de ánimo, tomó posición de pie y comenzó a hacer fuego y a recibirlo. “Salimos entre los dos, yo te apoyo”, avisó Medina al teniente Martínez. Al hacerlo, este último sintió que lo golpeaba fuerte en la espalda una granada caída dentro de la casa, y cayó al suelo. Comenzó a arrastrarse. El impacto había sido en la cocina, volteando un panel sobre Medina, al que tiró aturdido contra la pared, pero también pudo salir. Castillo se precipitó escaleras abajo, y al pisar el último escalón sintió la explosión de un cohete detrás, que destrozo e incendió la escalera.
El humo comenzaba a invadirlo todo. Luego de Castillo, Helguero quiso abandonar la casa. Pero una granada que explotó en la puerta, entre ambos, lo hirió en el pecho arrojándolo hacia adentro sobre Pedroso, que venía por detrás. Una granada lanzada con fusil M-79 penetró por la ventana del piso superior, matando instantáneamente al teniente Espinosa. El estallido aturdió a Brun y Gatti, que estaban allí: un acre olor a pólvora se sintió en forma penetrante. La llamarada, el ruido y la sensación de vacío que produjo, conmocionaron a los dos oficiales sobrevivientes por unos instantes. La casa temblaba por los tiros y ya comenzaba a arder. Gatti se recobró del shock causado por la onda expansiva, tomó su fusil y fue hacia la escalera: ésta no existía, era un completo aro de fuego hasta abajo. Sin pensarlo saltó por medio de él.






El teniente primero Brun, al tiempo que Espinosa caía hacia atrás ensangrentado, sintió una esquirla que le cortaba la frente. Supo que la próxima explosión no lo perdonaría, e instantáneamente se zambulló a través del tragaluz. A medida que caía podía oír los balazos que pegaban contra la pared enchapada. Cayó desde una altura no menor de cinco metros, procurando cubrirse la cabeza, pero recibiendo tan fuerte golpe que quedó completamente aturdido. Merced a su excelente estado físico y a la inmediata reacción no fue muerto en esa oportunidad. A un tremendo dolor en la frente y en la cabeza se sumó que no veía bien: ¡Dios mío perdí un ojo!”, pensó en el acto, aunque la falta de visión le había sido producida por la pólvora que le quemó la cara, y la sangre que le caía en la frente.
Los Comandos habían logrado en su mayoría abandonar Top Malo House. La abnegación de Espinosa, que con su resistencia atrajo el fuego enemigo hacia el segundo piso y la reacción de aquellos de salir para combatir, sorprendiendo a la tropa británica habían impedido el total aniquilamiento de la patrulla.
En forma descuidada, disparando de pie con sus pistolas ametralladoras y lanzagranadas desde la cintura sin cubrirse, los ingleses no tuvieron en cuenta el impulso de la sección de Comandos. Estos avanzaron corriendo hacia el arroyo, al tiempo que tiraban con sus fusiles. Las balas enemigas pegaban en el suelo siguiendo sus huellas. El teniente primero Brun pudo hacer algo más de cincuenta metros hasta que cayó sentado, atontado, sintiendo un constante zumbido en su cabeza a consecuencia de su violento golpe.
De pronto vio venir derecho hacia él una granada. En forma instintiva la alejó con su mano al llegar, a tiempo que tornaba la cabeza. El artefacto explotó muy cerca, cubriéndole de esquirlas la espalda, y averiando su fusil. Luego sacó la pistola e hizo fuego contra un escalón británico que se aproximaba, pero a los pocos disparos se le trabó. Tomó entonces una granada y la tiró, pero por la conmoción sufrida no advirtió quitarle el seguro. En esos momentos un tiro le hizo impacto en su pantorrilla derecha. El teniente primero Gatti también había podido salir, llegando ileso a una zanja situada metros abajo de la casa, antes de alcanzar el arroyo Malo. Cerca de Vercesi, Gatti disparaba arrodillado, mientras veía cómo la munición enemiga levantaba el barro a su alrededor. Losito estaba herido. Al abandonar el edificio en medio del humo que lo envolvía y las balas que lo atravesaban, dirigiéndose por la cocina hacia el porche para alcanzar el arroyo, una granada había explotado contra la pared dos metros atrás, derribándolo ensordecido y lastimándolo en la cabeza. Sintió un golpe quemante y un fuerte ardor, pero seguía dueño de sus movimientos.
La sangre le caía detrás de la oreja y por la mejilla. Un grupo de cuatro ingleses ubicados a no más de veinte metros lo dieron por muerto y continuaron disparando sus lanzagranadas contra la casa sin prestarle más atención. Entonces Losito se levantó y medio agazapado vació contra ellos un cargador en automático. Un inglés cayó tocado en una pierna y el resto echó cuerpo a tierra. Luego emprendió la carrera hacia el arroyo, cambiando de posición y disparando a cada rato, perseguido por los proyectiles enemigos, esperando a cada instante un tiro en la espalda. Era su intención cruzar el curso de agua y trepar por la altura del frente.
La casa estaba ubicada en una hondonada, pero a unos cuantos metros antes de alcanzar el arroyo Malo, encontró la zanja y decidió ocuparla. Al darse vuelta para volver para hacer fuego, un impacto en su muslo derecho lo volteó de espaldas en la zanja. Herido dos veces, rodeado de enemigos que avanzaban haciendo fuego y sin posibilidad de reaccionar, se dio por muerto. Un soldado inglés se aproximaba gritando, pero rápidamente le hizo fuego y lo abatió. El sargento primero enfermero Pedroso y el sargento primero Helguero pudieron salir de la casa en llamas y abandonarla a través de una ventana, cayendo aturdidos por los estampidos y echando a correr.
A los quince metros, Helguero se desplomó, doblado por el dolor de su herida en el pecho. Medina se dio cuenta que quedaba solo y que el enemigo estrechaba el cerco. Con la protección que le brindaba el fuego que hacía el sargento primero Sbert, alcanzó la zanja donde sus compañeros estaban tirados y arrodillándose, comenzó a disparar. Los británicos se aproximaban a ellos, y estaban a cincuenta metros, cuando Medina pudo hacer impacto en un inglés, al cual siguió tirándole ya caído por ignorar si había muerto. De pronto sintió un golpe en su pierna izquierda, que no creyó herida por no sentir dolor, al tiempo que algunas granadas estallaban detrás de él, matando al abnegado Sbert, que lo estaba cubriendo. La onda expansiva de varias explosiones simultáneas lo había destrozado por concusión, dañando mortalmente sus órganos internos.
Retrocedió Medina y pudo derribar a otro soldado enemigo. Pero la patrulla de Comandos estaba completamente aferrada. Es indudable que la posición argentina pudo haber sido eliminada sin correr mayores riesgos, atacándola con cohetes y bombas desde el aire. Quizá el M. & A. W Cadre haya imaginado que luego de sus primeros disparos, los refugiados en Top Malo House se rendirían y que no saldrían a combatir afuera; pues lo cierto es que permitiéndoles abandonarla sin estar rodeada por completo, respondieron enérgicamente, haciéndoles fuego desde un flanco mientras avanzaban.





Los ingleses no imaginaban tan vigorosa resistencia ni las varias bajas que ocasionarían al equipo de Boswell. Ellos mismos caracterizaron la acción como “un combate fiero y breve''. Con todo, por más ardoroso que fuera su ánimo, la primera sección de la Compañía 602 no tenía escapatoria. Ignoraban la presencia de la patrulla del teniente Haddow, que permanecía al acecho detrás del arroyo, oculta en la elevación que lo dominaba. El teniente Daniel Martínez se había guarecido en el cobertizo del fondo, arrastrándose en dirección al agua en medio de los proyectiles que le pasaban por encima o pegaban cerca de él.
Disparó contra un par de soldados que iban corriendo, obligándolos a tirarse al suelo, notando que los ingleses tenían dirigida su atención a la zanja cercana al arroyo donde sus compañeros, en línea, respondían al ataque. Mientras tanto, un británico salió velozmente del depósito de atrás, disparándole, pero Martínez le disparó una ráfaga de FAL haciéndolo caer a tres metros de distancia. El fragor del combate se aumentaba por el ruido de las municiones que explotaban dentro de la casa en llamas. Losito, caído sobre el extremo de lo precaria trinchera había podido observar cómo Medina se movía hacia Sbert al haber éste muerto, y sabiendo que él también iba a sucumbir, agazapado y dificultosamente reinició sus disparos.
A veinte metros por la derecha avanzaban dos ingleses a paso ligero, disparándole con sus pistolas ametralladoras. Losito derribó a uno de ellos. En la otra punta de la línea, Vercesi vio llegar al teniente primero Brun, cubierto de sangre de la cabeza a los pies, quien cayó a su lado. Detrás de los tiradores británicos que avanzaban en cadena, pudo distinguir que cerca de la casa, el sargento primero enfermero Pedroso, arrodillado para cubrir a Helguero, agitaba un trapo blanco indicando que allí había un herido y que no combatía. El jefe de la sección miró a Brun espectacularmente herido y sangrante y le dijo: “Esto no va más”... El oficial le respondió triste y concordantemente: “No, no va más”. Entonces el capitán levantó su fusil, ordenando cesar el combate. Con un setenta por ciento de bajas, no tenía sentido proseguir esa briosa resistencia; sólo quedaban ilesos él mismo, Gatti y los sargentos primeros Castillo y Pedroso.
El teniente primero Gatti lo imitó gritando: “¡Alto el Fuego!, ¡alto el fuego!” Miguel Ángel Castillo no se conformó, e instaba: “¡Todavía no se entregue, mi capitán!” No muy lejos, tirado en la zanja, Losito podía observar que continuaban rebotando impactos en torno a su compañero. Losito gritó desesperado: “¡Gatti, cúbrase; no se rindan, carajo, porque nos van a matar! ¡Mi teniente primero! -le contestaba aquél a Losito-, ¡no tire más que estamos totalmente rodeados! Pero éste no cejó. Dispuesto a morir peleando se preparó para disparar al otro soldado de la pareja que se le acercaba, pero ya no pudo hacerlo: la pérdida de sangre se lo impidió y se derrumbó de espaldas en la zanja. Plenamente consciente todavía, pudo ver que el enemigo se paraba con sus piernas abiertas sobre el borde apuntándole con su pistola ametralladora.
En un instante fugaz se encomendó a Dios, esperando morir rápido. Volvió a levantar los ojos y el inglés le intimó: “¡Up your hand!, ¡up your hand!” (Arriba las manos). Losito estaba muy débil y el inglés, advirtiéndolo, dejó su ametralladora, y quitándole el fusil, tomó al oficial por la chaquetilla para sacarlo, con palabras de aliento. “No problem. No problem, it’s the war” (No hay cuidado, es la guerra). Le hizo un torniquete en una pierna y le inyectó morfina con una jeringa descartable que sacó de su pecho, luego de lo cual le pintó una “M” en la frente. Enseguida pidió auxilio para transportarlo.
Sonaban todavía algunos disparos. Medina, sordo por las explosiones y atento sólo a su frente, mantenía el fuego, y Gatti, nuevamente le gritó: “¡Medina, Gordo! ¡Dejá de tirar que nos matan a todos!”. Cuando el suboficial levantaba sus manos, volvió a ser alcanzado en el muslo de la misma pierna izquierda por una granada, que le produjo una herida impresionante. Se acercó el cabo primero Valdivieso para ayudarlo pero fue también alcanzado, cayendo al suelo. El fuego cesó bruscamente, por ambos lados.
Miguel Ángel Castillo no quiso correr riesgos: "Yo me quedé tirado", relató, "pensé que si me paraba me iban a poner fuera de combate, así que me quedé en el suelo con el fusil al costado, hasta que llegaron dos tipos a mi lado: apartaron con su pie el fusil, me apuntaron, y por señas me indicaron que me levantara''. Todos los británicos avanzaron para tomarlos. Cada uno de los argentinos permaneció en el lugar en que se hallaba y los hombres de Boswell se apoderaron de su armamento y les hicieron quitar el correaje. Se oían quejidos y órdenes en inglés. ¡Finish the war!, (terminen la guerra), repetía el jefe británico para abortar cualquier reacción desesperada, aunque el estado de los Comandos argentinos tornaba ilusoria cualquier otra medida. A la distancia, Top Malo House terminaba de arder. Al concluir el combate, desde el otro lado del arroyo apareció otra patrulla británica, que corriendo y gritando, abrazó a los vencedores. La patrulla de Haddow, que había observado todo el combate, avanzó agitando una bandera británica como una señal para ser reconocida.
Los británicos ataron las manos de sus prisioneros mientras los revisaban, y luego volvieron a soltarlos, indicándoles que recogieran a sus heridos y muertos. Ellos también comenzaron a atender a los de uno y otro lado, juntando las armas y correajes de aquellos; algunos mantenían apuntados a los Comandos ilesos. El capitán Boswell, con una libreta en la mano, pasaba lista a voces para conocer sus bajas. Éstas eran relativamente numerosas, dada la iniciativa del ataque y el armamento usado: 5 muertos y ocho heridos. Algunos hombres lloraban en torno a un cadáver que posiblemente fuera del segundo jefe del M. & A. W. Cadre.
Los Comandos argentinos que estaban en mejor estado se dirigieron a ayudar a sus compañeros. Vercesi pasó junto a un herido inglés muy pálido, alcanzado en el pecho, que se hallaba tirado en el suelo apoyado en el regazo de un camarada, quien lo saludó murmurando: ¡Friends, friends! (Amigos). Los que aparentaban estar más graves eran los tenientes primeros Brun y Losito, completamente cubiertos de sangre; el teniente Daniel Martínez fue interrogado para saber si había sido tocado: “No problem”, contestó, ignorante del balazo que había recibido en un pie. En un grupo estaban reunidos Medina, Valdivieso y algo alejado, Losito.
Se le acercó Pedroso quien se había hecho reconocer como enfermero, con su brazalete de la Cruz Roja. Acompañado de su custodio, y controlando el pulso de Omar Medina, le dijo: “Quedate tranquilo; no tengo nada para darte ahora; esto está coagulando bien. Acordate de soltar el torniquete para que circule la sangre.” Al suboficial lo había vendado un inglés. Otro que se aproximó comenzó a tratarlo con un paquete de curaciones; la hemorragia hizo que el sargento primero se desmayara por un momento. Recuperado de a poco, fue el teniente Martínez para cargarlo: “¡Cómo pesás!” “A mi no me pasó nada”, le explicó, desconociendo aún haber sido también herido. Pero al llegar al lugar de reunión, Martínez sintió un dolor como una torcedura; asombrado, hizo un movimiento y pudo ver que le salían borbotones de sangre. Se quitó el borceguí y la media y comprobó que había sido alcanzado en el talón por una bala de fusil M-16, sin orificio de salida. Uno de los militares británicos comenzó a hablarle y Pedroso le tradujo: “Dice que te tapes para que no se enfríe, porque te va a doler. Daniel Martínez volvió a calzarse, ató bien su borceguí y se hizo un torniquete, sintiendo efectivamente mucho dolor", y pasó a ser un herido más.
El suboficial enfermero tuvo una lucida actuación. Prácticamente sin elementos, trató de estabilizar y contener las hemorragias y de calmar a sus compatriotas. Losito comenzó a temblar por la pérdida de mucha sangre y por estar muy mojado. Entonces, Pedroso le sacó el gabán de duvet al pobre Sbert y se lo puso a Losito. Luego, se sentó en la nieve y lo puso sobre su regazo, abrazándolo para darle un poco de calor. Igual procedimiento empleó el teniente primero Gatti con el sargento primero Medina. Los prisioneros, heridos e ilesos, fueron retenidos a un costado de la casa incendiada, hasta que los helicópteros vinieron a llevarlos.
Al teniente primero Brun lo animó el ver a Losito vivo, quien, agotado, débil y dolorido, lo alentó: “Tranquilo, Cachorro, no más”. El médico británico revisó a todos, marcando con una “M” sobre la frente de los inyectados con morfina. La pierna de Medina, desgarrada y con una fractura expuesta, presentaba mal aspecto; Helguero estaba muy preocupado por su herida sobre el corazón, porque ignoraba su profundidad.
Vercesi se notaba sumamente afectado: pidió ir por el cuerpo de Espinosa pero el capitán inglés meneó su cabeza y le dijo que era inútil. El final del abnegado teniente conmovía a todos. Mirando la casa que terminaba de quemarse, Brun murmuró: “Espinosa está ahí adentro...” Luego, la morfina y la solícita atención médica británica, los calmaron, y entonces, agobiados, comenzaron a observar más detenidamente a sus vencedores, pintarrajeados sus rostros y tocados con boinas verdes...
Pero de quienes habían quedado ilesos, tal vez quien más se mostraba mortificado, era el capitán Vercesi. Además de la negativa recibida de ir a buscar a Espinosa, conmovido, con dolor y angustia, agachado al lado del cadáver de su sargento primero Sbert, le decía: “¡Qué me has hecho, Turco!”…

sábado, 10 de mayo de 2008

Por El Nombre de Mi Padre..

Mi nombre es Valeria, el sentido de este Blog no es mas que el de Homenajear humildemente a una de las Personas mas importantes de mi Familia.
El es la Razon de mi Orgullo como Persona, Profesional...y Padre.
Los invito a dejar un Mensaje, Critica, Anecdota u Opinion.
Gracias.

miércoles, 7 de mayo de 2008

Carta Abierta M. Virginia Losito

Hola:
Soy María Virginia Losito, hija del Coronel Horacio Losito, quien se encuentra privado de su libertad hace más de 3(tres) DOLOROSOS Y AGONIZANTES años.
En este momento esta detenido en la Penitenciaria Federal 34;(antes penal de Campo de Mayo) Obviamente con un estricto régimen penitenciario,( privado de los medios de trabajo y alejado de su abogado que disponía para preparar su defensa, etc.)
En el horario de visitas se aplican los controles reglamentarios del servicio penitenciario federal que seguramente se endurecerán a medida que pasen los días, en cuanto a tiempo de permanencia y requisitos para poder entrar: limitando de esta manera el Oxigeno que como un enfermo terminal necesita para prolongar su vida. Como si esto fuera poco, quien va a visitarlo no pregunta más por el Coronel Veterano de Guerra de Malvinas Horacio Losito, sino por el INTERNO LOSITO DEL PABELLÓN “A”
Pronto será trasladado a un lugar más oscuro e inhóspito para cualquier ser humano Inocente; será llevado mientras dure el Juicio, a la Unidad Penitenciaria 7 del Chaco (U7) donde habitan los peores criminales del país, de esta manera pasa a ser un delincuente más conviviendo con los peligros característicos de una cárcel.
La finalidad de este terrible e-mail es para informarles, transmitirles y comunicarles o recordarles que el día 5 de febrero del 2008 empezará el show mediático político, en el cual MI PADRE SERÁ FUSILADO PÚBLICAMENTE en un juicio turbio, oscuro y con la sentencia ya pergeñada y dictada por los jueces y decidida por el propio poder político. En la causa que se lo acusa en el expediente caratulado como: “Nicolaides Cristino y otros…” expe. Nº 460/2006 de Registro del Tribunal Oral en la Criminal Federal de Corrientes.
Es por esto que les pido a través de este mail que NO LO ABANDONEN!!!. Como amigo, hermano, camarada, SOLDADO. NO LO DEJEN SOLO!!!, él los necesita!
Mi padre combatió varias guerras, cayó prisionero, fue herido y luego condecorado con las más altas condecoraciones de guerra, profesando siempre su INQUEBRANTABLE VOLUNTAD DE VENCER, superó todos los obstáculos, pero ahora se enfrenta a otro tipo de guerra, que en cierto modo desconocemos, lleno de venganza, ira, rencor y ambición por el poder y el dinero, lleno de CORRUPCIÓN y por sobre todo POLÍTICO.
Mi padre es un SOLDADO y como tal JAMÁS abandono ni abandonaría a un CAMARADA en la situación extrema que pudiera encontrarse, ya lo ha demostrado en varias ocasiones.
Es paradójico como un hombre respetado, querido, admirado, seguido, condecorado, reconocido y prestigioso, pudo de un día para otro ser OLVIDADO, por aquellos que alguna vez lo han llamado héroe y transformado en una especie de disfraz de delincuente entregándolo a la voracidad de los feroces leones hambrientos de venganza.
Lo irónico de toda esta pesadilla que estamos viviendo en familia día a día, es que en esos oscuros y turbios años de los ’60 y ’70 donde se vivía una GUERRA TERRORISTA SUBVERSIVA y se combatió finalizándola, pudiendo hoy vivir en un País más tranquilo y no en una especie de Cuba Comunista, ni en una Colombia donde todavía existen cientos de rehenes y el miedo persiste en las calles, al igual que existen muchos casos como el de “Betancourt”. Todavía tratan de combatir el terrorismo y no pueden. Nosotros si pudimos, pero al parecer mi padre pasó a ser el ideólogo de todo, culpándolo de aberraciones que sucedieron cuando solo era un joven subteniente a teniente integrando una Brigada de solo 1.000 hombres.
POR FAVOR HAGAN MEMORIA COMPELTA!!!
Creo que cerrar los ojos, mirar hacia el costado y hacer oídos sordos a esta situación, bajando los brazos, diciendo que es tarde para hacer algo y no involucrarse (lo cual pienso, que en mayor o menor medida TODOS ESTAN INVOLUCRADOS, sino que “arroje la primer piedra…”), es la posición más cómoda a tomar. Pero recuerden, NUNCA ES TARDE! Siempre se puede hacer algo, la mínima acción, movilización, gestión o contacto, pasa a ser algo grande y además gratificante para nosotros y mismo para ustedes y sus conciencias.
Esta en una pelea de TODOS. Hoy le toca poner el cuerpo y alma a mi padre, mañana…nadie lo sabe! No se escondan, no huyan…pelen junto a nosotros, cuenten con nosotros… queremos contar con ustedes!!!
Es una Oportunidad para demostrar de qué valores están formados, es el momento de hacer una elección de caminos, el de la valentía, camaradería, o el camino de los tibios cobardes traidores, que como ratas se esconden y evaden una realidad que les compete.
Nunca es tarde, así ya tuviera la sentencia escrita y dictaminada, seguiremos peleando, no nos rendiremos jamás .Mi padre es un soldado inocente, y jamás bajaremos los brazos, no nos van a ganar. Apelaremos las veces que sean necesarias, y llegaremos a las instancias que lo acredite. No sabemos cuando terminara este calvario, pero si sabemos que juntos y con la ayuda que puedan brindarnos ahora y en los siguientes (días, meses, años) seremos más fuertes para poder enfrentar esta lucha, lucha en la que estamos llamados todos a enfrentarla y terminarla de una buena vez por todo.
Dios y su familia estamos PRESENTES y afrontamos este momento peleando junto a él, a su lado y JAMÁS bajaremos los brazos, porque sabemos la clase de persona que es mi Padre. Hoy y siempre estaremos ORGULLOSOS de portar el apellido LOSITO y de esta manera ser parte de la Historia una vez más.
Lo que hace grande a mi Padre es su HUMILDAD, sus valores, virtudes, códigos intachables, bases sólidas y una esencia de HOMBRE Y SOLDADO ÚNICO.
Es esposo de Cristina Mauriño hace ya 31 años y padre de 5 hijos que siempre nos guiaron por el camino de la verdad, de la Fe y de Dios. Ambos son nuestras fuentes de inspiración y orgullo y lo será SIEMPRE!
Es por eso que les escribo a través del correo de mi Papá para pedirles que cualquier tipo de ayuda, contacto o movilización será agradecida, espiritual o física. Para que pronto esta agonizante pesadilla termine y mi Padre pueda volver con su familia donde pertenece.
Desde ya quiero agradecerles a todos aquellos que desde un primer momento nos apoyaron y acompañaron en esta terrible situación que estamos viviendo en familia. Gracias por su atención, esperaré respuestas concretas.

María Virginia Losito

- CARTA ABIERTA del Capitán de Navío Cirujano R:T: (Rick) Jolly Obe Royal Navy - (Asunto: CNL H.LOSITO)

Carta de un ex-enemigo británico al Cnl Horacio Losito
Traducción de la carta que un Oficial de la Marina inglesa envió al Coronel Losito, Héroe de Malvinas, ante la detención que hoy sufre el militar argentino por haber combatido al terrorismo. Fue hecha llegar al Agregado Militar argentino, Cnl Abel Catuzzi. Salió publicada en el Diario «The Sun», hace más de tres años. Este dignísimo Oficial Superior permanece en cautiverio.
Ref.: Horacio Losito

"Estimado Coronel:
Mi nombre es Richard (Rick) Jolly. En 1982 y durante la guerra de las Falklands/Malvinas, fui oficial superior médico de la Brigada de Comando de Royal Marines. Por lo tanto actué como médico privado del Brigadier Julian Thompson y médico asesor de su Estado Mayor. También estuve a cargo del Escuadrón Médico del Regimiento de Comando Logístico de la Infantería de Marina.Por esa razón fui Jefe del Hospital de Campaña en Ajax Bay .

Durante toda la campaña fui responsable del tratamiento de más de seiscientos británicos y cerca de doscientos argentinos heridos. Después de la campaña fui condecorado con el rango de OBE (Oficial de la Orden del Imperio Británico), por su Majestad la Reina y más tarde, en 1999, recibí la distinción de la Orden de Mayo del Gobierno Argentino.Esta distinción me fue dada personalmente por el entonces Ministro de Relaciones Exteriores Guido di Tella, en Buenos Aires en Abril de 1999. Su Majestad la Reina me otorgó permiso personal para usar esta distinción del extranjero en todas las ocasiones.

Yo me siento muy orgulloso de ser uno de los pocos que ha sido condecorado por ambos países, a consecuencia del mismo conflicto.

Hace poco me he enterado que uno de mis pacientes argentinos heridos -un oficial- ha sido arrestado y está a punto de ser juzgado, con acusaciones de cargos relacionados con hechos anteriores al conflicto de 1982.No conozco cuáles son las acusaciones que se le hacen.El oficial en cuestión era Teniente cuando lo traté en la tarde del 31 de Mayo de 1982. Horacio Losito era miembro de la Compañía de Comandos 602 y había sido herido en un muy serio enfrentamiento en Top Malo House.
Como todos sus hombres, el era un soldado de las fuerzas especiales altamente calificado. Las autoridades del Royal Marines del Cuadro para la Guerra en la Montaña y el Ártico dieron muy buenos informes sobre las actuaciones de los argentinos durante la lucha antes de su rendición.
Fue entonces que los equipos médicos británicos en Ajax Bay tuvieron el deber y el privilegio de tratar a todos los heridos de este encuentro: tres británicos y seis argentinos. Aun conservo en mi poder toda la documentación quirúrgica y veo que el Teniente Losito había sufrido heridas serias en su cabeza y pierna derecha. Las mismas fueron tratadas en forma correcta y a la mañana siguiente, cuando todos ellos se habían recuperado de los efectos de la anestesia, hablé con todo el grupo.Quería explicarles porque ellos estaban custodiados por uno de mis Royal Marines armados.
Primero les pregunté si algunos de ellos hablaba inglés. Sus expresiones me indicaron que trataban de engañarme, por lo que hablé directamente al Tte Losito y al Tte Brun. Les dije que comprendía perfectamente su situación. Como hombres de honor ellos probablemente creían que era su deber el tratar de escapar y como miembro de las fuerzas especiales, ellos tenían la suficiente energía y capacidad para hacerlo, a pesar de que habían sido heridos. No obstante, les dije que yo sabía de que todos ellos habían sido entrenados por expertos americanos en Fort Bragg en USA y quería que supieran que, aunque nosotros les habíamos curado todos los agujeros que nuestros colegas de los Royal Marines les habían hecho en sus cuerpos en Top Malo, nosotros no vacilaríamos en repetir ese proceso si ellos trataban de escapar o comportarse en forma indebida.
El Tte Losito respondió en inglés que comprendía perfectamente.Pude llegar a observar, en una situación mucho más tranquila, la excelente conducta de todos esos hombres y especialmente del que parecía ser su comandante. Todos ellos eran estoicos y nunca se quejaron de su suerte, de alguna manera alegres en su comportamiento y cooperadores con sus acciones, cuando los preparábamos para transportarlos en helicópteros al Buque Hospital Uganda y después al Buque Argentino Bahía Paraíso.

Durante la corta estadía con nosotros, ocurrió un incidente con una carga de munición que había sido unida a una trampa explosiva (colocada por soldados argentinos ) en Goose Green/Ganso Verde. Dos de los prisioneros argentino que habían ayudado a los soldados británicos a mover dicha carga, resultaron muy seriamente heridos cuando una de las cargas explotó. Un tercer prisionero murió.
Estábamos operando a estos hombres y ellos necesitaban grandes transfusiones de sangre. Debido a que nuestras existencias habían disminuido durante el tratamientos de heridos por otra batalla anterior, pedimos al prisionero argentino de mayor rango, Coronel Piaggi, permiso para sacar sangre de voluntarios argentinos prisioneros. Al principio, el Coronel Piaggi rehusó, pero luego cambió de parecer cuando le pedí que me acompañara a la sala de operaciones y le hice ver el estado de los jóvenes prisioneros argentinos que estábamos operando. Cuando él vio la gravedad de las heridas, cambió de opinión y sólo pudo decir: ¿cuánto? ¿de qué tipo?. En ese momento yo estaba tan enojado con el Coronel Piaggi que no presté mucha atención a lo que decía. En realidad, él se ofreció de voluntario para dar sangre, pero luego agregó que no podía hacerlo porque había tenido hepatitis.
Menciono estos detalles porque cuando yo critiqué el comportamiento del Coronel Paggi durante una entrevista que se hizo en Buenos Aires en 1999, Horacio Losito muy cordialmente me recordó que él había estado presente durante nuestra conversación, que podía recordar los detalles y dijo que lo que yo decía no era correcto. El dijo esto en forma muy diplomática y amable, lo que reforzó aún más la opinión que yo tenía de él.
Más tarde tuvimos la oportunidad de conversar mucho después de un programa de TV en el que ambos tomamos parte. Durante ese programa, también hablé con sus hijos por teléfono; ellos habían llamado para agradecerme por devolverles vivo a su padre. Le di las gracias por ese gesto y en ese momento reconocí otro gesto amable tan típico del padre, un oficial tan especial. El también me invitó a comer un asado en su destino, la Escuela de Suboficiales en Buenos Aires, pero la falta de tiempo me impidió aceptar esa amable invitación. La placa de la Escuela de Suboficiales Sargento Cabral que él me obsequió ocupa un lugar de honor en la biblioteca de mi casa de Inglaterra y todavía espero poder aceptar su invitación.

He prestado servicios en Irlanda del Norte durante la década de 1979 cuando el Ejército Británico secundaba al Royal Ulster Constabulary a mantener el orden. Por eso sé que un mismo individuo puede ser para uno un terrorista, mientras que para otros es un defensor de la libertad, y las situaciones que los involucran suelen ser sumamente difíciles. No conozco los detalles de las acusaciones del caso que comprende a Horacio Losito, o cuáles fueron sus órdenes y actuaciones en ese momento.A pesar de eso, puedo establecer que, después de haber sido testigo de sus cualidad personales y haber apreciado a éstas en circunstancias difíciles y peligrosas, considero a este oficial como una espléndida persona, un hombre de moral íntegra, cálida personalidad y con una lealtad muy significativa a su deber patriótico.Me siento muy satisfecho de haberlo ayudado a recuperar su salud.Si un hombre se alaba a sí mismo, sus palabras carecen de valor. Si un hombre es alabado por un amigo, esas palabras son las que de él se esperan. Sin embargo, cuando un enemigo escribe bien acerca de una persona, las ponderaciones tienen entonces un valor muy especial. Por favor quiero que emplee mis palabras de estimación de Horacio Losito para lo que usted considere más adecuado.Me siento orgulloso de haber conocido a Horacio Losito.
Atentamente,Capitán de Navío Cirujano R:T: (Rick) Jolly OBE Royal Navy (RE)11 Carew Close,Crafthole,Cornwall PL11 3EB

Condecoraciones


CONDECORACIONES RECIBIDAS POR EL ENTONCES TENIENTE 1RO HORACIO LOSITO POR LA GUERRA DE MALVINAS.

“MEDALLA DE CAMPAÑA DEL CONGRESO DE LA NACIÓN.”
“MEDALLA AL HERIDO EN COMBATE.” (Fue herido de consideración en dos oportunidades)
“MEDALLA AL MERITO MILITAR.” (Máximo reconocimiento honorífico que otorga el Ejército Argentino por acciones de guerra), por la siguiente causa:

“Integrando una patrulla de Comandos de la cual era 2do Jefe, durante una operación de alto riesgo en terreno controlado por el enemigo, reaccionar con decisión ante el ataque sorpresivo de fuerzas notoriamente superiores y combatir con singular valentía ocasionando bajas al enemigo. Pese a resultar herido en dos oportunidades durante el combate, continuar la acción hasta el límite de sus fuerzas, constituyendo un verdadero ejemplo para sus subordinados.”